viernes, 26 de abril de 2013

Ser grandeliga es un sueño, no una obligación


Octubre de 2012. Luis observa el juego de beisbol por televisión con su hijo José: “Primer juego de la Serie Mundial. Cierre del primer inning. Al bate, el venezolano Pablo Sandoval. Sobre la lomita, el candidato al Cy Young, Justin Verlander. Dos strike y cero bolas. El lanzamiento… la bola es conectada y se eleva… se va… se va… ¡jonrón del Kung Fu Panda!”... - Papá yo quiero jugar en las Grandes Ligas y ser como Sandoval. - Claro que sí hijo, tú lo puedes lograr.
     Cuando se es niño muchos son los sueños que se tienen. Para los venezolanos, el amor por el bate y la pelota es infinito. Desde muy pequeños, los niños son llevados para que practiquen beisbol. Los inscriben en una escuela, les compran el uniforme, implementos, los llevan a las prácticas y a los juegos; toda una tarea que requiere de tiempo y dedicación. Sin embargo, la mayoría de los papás creen que poner a jugar beisbol a sus hijos es para que algún día jueguen en las Grandes Ligas y eso no es así.
     Hacer deporte es hacer ejercicios para su sano crecimiento; sirve para ser competitivos, participativos y recrearse con el fin de contribuir en su desarrollo físico y mental. Aunque soñar con llegar a las Grandes Ligas es una positiva ambición, no se puede confundir con obligarlos a jugar pelota, muchas veces en contra de su voluntad, peor aún, cuando el deseo es por dinero. Para poder cumplir ese sueño se requiere de mucha constancia, trabajo y sobre todo talento.
     Los niños están obligados a estudiar; esa debe ser su prioridad. Su formación académica les dará el futuro y la estabilidad que se merecen. Algunos adolescentes abandonan los estudios prematuramente para dedicarse al beisbol; luego por cuestiones de suerte, salud o rendimiento se retiran quedando a la deriva. Este resultado puede ser muy decepcionante y hasta frustrante para su futuro.