Jamás pensé que algún día iba a
escribir sobre este tema, pero es tanta la indignación y la rabia, que uno se siente
obligado a expresar el rotundo rechazo ante las acciones discriminatorias de
unos pocos contra una persona de color y precisamente por ser en nuestro país, plagada
de una historia rica de mucho mestizaje entre indios, blancos y negros.
Nuestra sociedad no se caracteriza
por este tipo de actos racistas, aunque tampoco podemos negar que siempre hay
indicios de discriminación en muchos de los momentos de la cotidianidad; sin
embargo, no alcanzan los niveles de anarquía e intolerancia que en otros países
sufren con mayor intensidad.
Carl Herrera, quien es el primer
venezolano en debutar en la NBA, actual dirigente de Gigantes de Guayana y
quien fue premiado como el mejor técnico del año, tuvo que soportar la
inmadurez y los insultos de un “grupito”, incluso con objetos en las manos, los
ataques racistas durante la noche del pasado lunes en el Pedro Belisario Aponte
de la ciudad de Maracaibo. Independientemente de la causa que pudo generar este
malestar entre los fanáticos, alcanzar estos extremismos es motivo suficiente
para que las autoridades ejerzan acciones rápidas y contundentes para que esto no
se vuelva a repetir.
Herrera, fue el primero en expresar
su malestar, declarando estar cansado de
esta situación y le pide a la Liga “tomar cartas en el asunto”. También,
denunció que su esposa fue víctima de agresiones verbales.
Seguramente
vendrán las reacciones por parte de la Liga, esto no debe requerir de mucho
análisis y conclusiones. Sencillamente, fanático que cometa alguna conducta
inapropiada debe ser retirado de las instalaciones y de ser posible sancionarlo.
Seguimos sumergidos en una profunda crisis cultural, reflejados en estos
destellos de ataques contra nuestra sociedad.